No hay mejor punto de partida para la creación artística que la inconsciencia, que la abstracción de todo lo que rodea, de encender el impulso.
A Pablo Jiménez, entrenado en el noble arte de darle hostias a los parches desde hace años, sobre todo como parte de Picore,
uno de los grupos
de rock cuya arquitectura es más indescifrable de todas, no le cuesta eso de aplicar la inconsciencia y el impulso a la hora de crear.
Desde hace años lo lleva haciendo también en solitario, grabando prácticamente todos los instrumentos
y buscándose un alter ego de superhéroe folclórica e incidental: Les Conches Velasques, una nueva cosa,
un artefacto de rock alternativo puntiagudo, de bailes espásticos, con los brazos abiertos, una performance por momentos embrutecida
y en otros llena de cariño.
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